La velada fue de rara colaboración entre música, movimiento e incluso público. Hubo momentos en que el deslumbrante virtuosismo de Lang Lang, que es tan prodigioso como se promociona, te dejó sin aliento con el matiz matizado de la pura instalación técnica, que parece bastante fuera de este mundo. Él y los bailarines nos mantuvieron hechizados y sin aliento. - Prensa de Houston