Los habitantes del pueblecito costero de Sainte-Marie-La-Mauderne, antaño orgullosos pescadores, se ven obligados a vivir de subsidios gubernamentales. Pasa el tiempo, siguen cobrando los talones, pero el orgullo desaparece, dejando sitio a la melancolía, la somnolencia y la desesperación. Para colmo de males, el alcalde se muda a la ciudad y Germain se queda a cargo del pueblecito.