“Abre sus puertas la réplica china del poblado austríaco de Hallstatt”, titularon los diarios a mediados de 2012. En efecto, en tiempo récord y a una distancia mínima de la explosiva “zona económica especial” de Shenzhen, en el sur de China, un desarrollo inmobiliario de alta gama incluyó en su centro no un shopping, no un parque, no un complejo recreativo, sino la reproducción 1:1 de Hallstatt, encantador pueblo de los Alpes austríacos. Un pueblo entero, calcado.